Yanina Burns •

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Onsen en Japón: mi experiencia en los baños termales japoneses

Una de las mejores experiencias que tuve en Japón fue disfrutar de los clásicos baños termales japoneses, conocidos como onsen.
Los onsen son aguas termales naturales que provienen de fuentes volcánicas, ricas en minerales. Bañarse en ellas mejora la circulación, relaja los músculos, alivia dolores y deja la piel increíblemente suave. (Si le preguntás a ChatGPT te puede dar una lista eterna de beneficios 😄).

Mi experiencia en un onsen en Japón

Durante mi viaje conocí dos onsen, uno privado y otro público.
Mi primera experiencia fue un pequeño ryokan llamado, Yudanaka Yasuragi, cerca del Parque de Monos de Jigokudani, en Nagano.

Hospedarse en un ryokan ya de por sí es toda una experiencia: te reciben con hospitalidad, te piden que te saques los zapatos al entrar y te dan las típicas pantuflas japonesas para usar dentro.

La dueña del lugar nos acompañó hasta nuestra habitación. No hablaba inglés, y nosotros no hablábamos japonés, pero nos entendimos igual, entre gestos y sonrisas.
La habitación era de las clásicas japonesas: piso de tatami, mesa y sillas bajitas, futones que uno mismo arma para dormir, un pequeño lavabo y una heladerita. Hacía frío en esos días de abril, pero teníamos una estufita que funcionaba perfecto.

En este ryokan, las habitaciones eran tradicionales, simples y sin baño privado. Los baños estaban fuera de las habitaciones y se compartían con los demás huéspedes.
Para bañarse, en lugar de hacerlo en una ducha convencional, uno debía ir al onsen, el baño termal japonés. Allí hay un área con duchas donde se realiza la limpieza antes de sumergirse en las aguas termales. Puede sonar raro al principio, pero es parte del ritual y del espíritu del lugar.

A diferencia de otros, este ryokan tenía dos onsen: uno grande y otro más chico, ambos perfectamente conservados.
Por suerte, los onsen eran privados por habitación, así que podíamos usarlos sin cruzarnos con nadie. Para entrar, había que sacar una pequeña banderita que colgaba en la puerta (indicando que estaba ocupado). Dentro te dejaban instrucciones, una bata y una yukata de algodón. Todo muy cuidado, muy japonés.

Antes de meterse al agua, hay que ducharse sentado en un banquito bajito, con una manguera metálica y una palangana. Es parte del ritual: limpiarte completamente antes de entrar.
Después de eso, te sumergís en el agua termal caliente, rodeada de vapor. El contraste con el frío exterior era perfecto. Desde el onsen se veía un pequeño jardín japonés, todo prolijo, con piedritas y plantas perfectamente acomodadas. Fue un momento muy agradable. ♨️

Podías quedarte unos diez minutos, salir y volver a entrar otra vez, pero no más de media hora en total. Después de eso, pasamos por el sillón masajeador antiguo que había al lado (de esos enormes, que parecen máquinas del futuro), y funcionaba perfecto. 

El ryokan ofrecía cena, pero había que pagar un extra bastante caro, así que decidimos comprar algo en el Seven Eleven de la esquina. Muchos otros huéspedes hicieron lo mismo. 

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Nos alojamos en el ryokan Yudanaka Yasuragi (Yudanaka Onsen, Nagano)

Si querés vivir la misma experiencia, te dejo el link para reservar. Al reservar desde mi enlace me ayudas con una pequeña comisión (sin costo extra para vos).

Ver Yudanaka Yasuragi en Booking
Tip: está cerca del Jigokudani Monkey Park y tiene onsen ♨️.

Dormimos en los futones —que tuvimos que armar nosotros— y descansamos de maravilla. Al día siguiente, el dueño nos llevó en su auto hasta la entrada del Parque de Monos, y después se encargó de llevar nuestras valijas a la estación del tren. 

Visitar este ryokan con onsen, fue una de las experiencias más lindas del viaje. 🌿

🏯 ¿Sabías que también dormí en un templo con onsen?

En Koyasan, me alojé en un templo budista (shukubo) con baños termales. Fue una experiencia única de silencio, vapor y espiritualidad.

Leer la historia completa

🧡 Consejos si querés vivir la experiencia de un onsen:

  • No todos los ryokan ni templos tienen onsen, pero hay muchos onsen públicos que podés visitar pagando una pequeña entrada.

  • Si te da pudor (porque hay que estar completamente desnudo), podés buscar opciones de onsen privados, ideales si querés relajarte sin preocuparte por los demás.

  • Y lo más importante: disfrutalo sin apuro. Es una experiencia profundamente japonesa, una forma de limpieza, descanso y conexión con el cuerpo y el entorno.

Sumergirse en un onsen, con el vapor subiendo, el silencio y el olor del agua caliente… es una de esas cosas que no se explican, se viven. 💫

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